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Un thriller clásico, un actor un actor que nadie tomaba en serio, una ciudad gris y opresiva que despertaba miedo y desagrado; un director que fracasó en su primera película, un psicópata que quiere dar una lección de moralidad a la decadente sociedad norteamericana. Seven (1995), es una orgia de belleza visual, narrativa y contradictoria con el espíritu de la época, establecida en la aparente normalidad y salud de una sociedad que ocultaba sus miedos y miserias en una fachada de integridad y hermetismo.

El detective Mills (Brad Pitt), y su esposa Tracy (Gwyneth Paltrow), son un joven matrimonio que recién se establece en el húmedo panorama de la cruel y despiadada ciudad de Nueva York de los años noventa.

Somerset (Morgan Freeman), está a una semana de jubilarse; su decepción y horror del lugar donde toda la vida ha vivido se acrecientan al descubrirse una serie de asesinatos realizados con absoluto odio y desprecio por la vida humana, donde más allá del escenario sangriento se oculta un mensaje de inconformidad y asco por el tipo que sociedad que se gesta entre los rascacielos y prostíbulos que inundan las salvajes calles de la gran manzana.

David Fincher, crea la piedra angular de la última década del siglo XX, con imágenes de enorme belleza y elegancia, muestra la quirúrgica y metódica intervención del asesino John Doe (Kevin Spacey), en la decadente y pecaminosa sociedad consumista y enajenada del entonces paraíso de vicios, excentricidades e hipocresías de la nueva Sodoma, nada que ver con la imagen que se ha gestado en Nueva York desde el 2001, donde la amnesia cultural se encargó de reconstruir y dar una hipócrita y santificada aura a la joya capitalista del imperio americano.

Seven, fue una muestra de lo que el cine puede hacer por la carrera de un director de cine y por la de un actor; mientras que David Fincher, se reconstruía a sí mismo, Brad Pitt se desprendía de la imagen que la fama le había creado; años más tarde trabajarían en otras películas, siempre con el objetivo de desprenderse de los valores y la imagen de una sociedad enganchada a la ideología y el estilo de vida del consumo y la banalidad.

En las escenas finales de Seven, el espectador se debate entre el falso heroísmo y la pieza faltante de una obra de arte a la violencia y el asesinato, y nadie queda decepcionado con lo que finalmente ocurre, un mensaje crudo y simple de la fragilidad humana y el morbo social ante el horror y la muerte.

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